Los paneles solares fotovoltaicos convierten la luz solar en electricidad a través de células solares hechas de materiales semiconductores, como el silicio. Cuando la luz solar impacta en estas células, libera electrones, generando una corriente eléctrica. Esta corriente se puede usar para alimentar dispositivos eléctricos o almacenarse en baterías para su uso posterior.

El ahorro varía según el tamaño del sistema, el consumo energético y la radiación solar en tu ubicación. En general, un sistema bien diseñado puede reducir la factura de electricidad hasta en un 70-90%, dependiendo de la cantidad de energía solar generada y del uso. También existen incentivos y beneficios fiscales en algunos países que pueden aumentar el ahorro.

Los paneles solares fotovoltaicos requieren poco mantenimiento. Generalmente, basta con limpiarlos una o dos veces al año para garantizar que no estén cubiertos por suciedad o escombros que reduzcan su eficiencia. Además, es recomendable realizar inspecciones periódicas para asegurarse de que los componentes eléctricos funcionen correctamente.

Los paneles solares generan menos electricidad en días nublados, ya que reciben menos luz solar. Sin embargo, siguen funcionando, aunque a una capacidad reducida. Durante la noche, los sistemas no producen electricidad. Para cubrir esas horas, puedes usar baterías que almacenan la energía generada durante el día o permanecer conectado a la red eléctrica, donde recibirás energía cuando el sistema solar no esté en funcionamiento.